viernes, 17 de noviembre de 2017

KALÓNIKO-NYKUR
                    UN POCO DE TODO
          Blog # 189 (desde 18 mar 2014)        

NOTA: Para cualquier consulta, idea/deseo, mensaje u opinión, favor de usar nuestro e-mail y comunicarse con nosotros az2.by9@aol.com  Gracias.


      El Bazar de Kalóniko
                 LO QUE DICEN TUS OJOS (4 de 7)

OJOS SALTONES: necesitan amor y ser amados. Están absorbidos por los sentimientos de los demás y su deseo es darles a éstos los suyos para que los consuman.

Tienen avidez por vivir y gozar con los cinco sentidos los placeres terrenales.

Tienen memoria para las formas, los colores, los olores, pues tocan con los ojos, gozan con la mirada y lanzan ojeadas contemplativas a todo lo que pueda alimentar su hambre de sensaciones.
                                                                                      (sigue)

              PENSAMIENTOS Y REFLEXIONES

¿Se ha preguntado alguna vez por qué los países que todo pueden nos mantienen en guerra constante  sin dejarnos que progresemos ni tampoco destruirnos del todo?

* Puede ser que hasta de la felicidad se canse uno/a después de un tiempo.

* A menos de que no te convenga mucho, mejor hazlo ahora mismo, aunque tengas que levantarte.

* Si quieres sentirte satisfecho/a por todo lo que has hecho y haces en la vida, vas a tener que poner lo máximo en cada paso y en cada pensamiento.

* La vida es muy corta para todo lo que hay que aprender, y muy larga para lo mucho que podemos sentir.

 MITOS Y REALIDADES
                                  por Kalóniko
                                      AFRODITA

En la mitología griega, Afrodita era la diosa del amor y la belleza. Homero, en sus relatos de la Ilíada, la hizo aparecer como la hija de Zeus y Dione, una de sus consortes. Pero en leyendas posteriores se la describe brotando de la espuma del mar y su nombre puede traducirse como nacida de la espuma.

En la leyenda homérica, Afrodita es la mujer de Hefesto, dios del fuego. Entre sus amantes figura Ares, dios de la guerra que en la mitología posterior aparece como su marido.  Ella era la rival de Perséfone reina del mundo subterráneo, por el amor del hermoso joven griego Adonis.

Una de las leyendas más divulgadas sobre Afrodita está relacionada con la Guerra de Troya: Eris, la diosa de la discordia, la única diosa no invitada a la boda del rey Peleo y de la nereida Tetis arrojó resentida al salón del banquete una manzana de oro destinada "a la más hermosa". Cuando Zeus se negó a elegir entre Hera, Atenea y Afrodita las tres diosas que aspiraban a la manzana, ellas pidieron a Paris, príncipe de Troya que diese su fallo. Todas intentaron sobornarlo, Hera le ofreció ser un poderoso gobernante, Atenea, que alcanzaría una gran fama militar y Afrodita le prometió que obtendría a la mujer más hermosa del mundo.

Paris seleccionó a Afrodita como la más bella y como recompensa eligió a Helena de Troya, la mujer del rey Menelao.  El rapto de Helena por Paris condujo a la guerra de Troya. Pero esa, es otra leyenda.


           ESCARBANDO EN LOS RECUERDOS
                               por  Nykur
                                EDIF PIAF

En París trabajaba, estudiaba y vivía en un “foyer“ de jóvenes (albergue). Eran grandes naves con muchas literas de dos pisos, esas antiguas. Las nacionalidades estaban separadas por nave. Yo vivía en una nave francesa. El foyer era dirigido y controlado por un militar de rango medio que había perdido sus piernas en la guerra del Vietnam por una bomba y se movía en silla de ruedas, pero tenía un carácter que se imponía con sólo verle.

Por lo regular yo trabajaba en la noche cambiando el turno siempre con algún casado, ya que ninguno quería la noche para trabajar y a mí me venía bien pues así en el día poder estudiar, dormir un poco y luego si tenía tiempo iba al Barrio Latino donde el ambiente se ponía bueno, siempre y cuando uno no se drogara, como yo nunca he hecho en cualquier país. Cantábamos bajo los puentes de la Seine y otras cosas más de jóvenes.

En la noche o a la caída de la tarde regresaba al foyer para luego volver al trabajo nocturno que no estaba muy lejos.

Aquella noche y no sé por qué había quedado con tres amigos en un “bistrot“ (cafetería) en la que a veces nos reuníamos algunos. Se hallaba casi esquina con la avenida donde tomaba el autobús que me dejaba a una calle del albergue y no lejos del aeropuerto Le Bourget.

Cuando entré en la cafetería vi rápido que sólo había un señor en el fondo tomando algo en solitario y en la mesa del centro estaban mis tres amigos, un señor y una mujer menuda vestida de negro de cara a la puerta que rápido reconocí: era Edif Piaf en sus últimos años de vida. No se veía muy bien.

En mi adolescencia yo no estaba nada mal, tenía impacto con las muchachas y mujeres adultas, nunca supe por qué, siempre se fijaban en mí, tal vez porqué tenía algo que hasta la fecha no he captado. Lo cierto es que nada más entrar, ver la mesa y dirigirme a ella sin preocuparme de los demás, Edif Piaf se fijó en mí y hasta sentí que algo revoloteaba por mis adentros al sentir su cercanía… perdí la noción del resto de las cosas pues siempre fui más que su admirador: algo me atraía de aquella mujer con un gran carisma por su sencillez y carácter abierto, parecía vivir en otro mundo, igual que yo, pero nunca se encontraron, sólo aquella noche.
 
Me senté junto a ella, a su derecha y comenzamos rápido a charlar en francés de cuanto se iba presentando. El señor jamás recuerdo que dijese ni una palabra, mis amigos se metían en nuestra conversación muy de vez en cuando, pero no les hacíamos mucho caso. Yo estaba feliz como nunca, deseando que no corriese el tiempo esa noche. De pronto sentí unos terribles deseos de abrazarla y apretarla contra mí hasta sentirlo todo, pero no estábamos solos, como yo hubiese querido.

Y fue entonces cuando en un arrebato, pero controlado, me acerqué a su oído y le dije que hiciéramos el amor. Me retiré unos centímetros y miré fijo sus ojos con inmensa felicidad: ella tenía los suyos clavados en los míos y en su rostro y labios había una ligera sonrisa de aceptación. Me preguntó “¿cuándo…“ y contesté que “ahora mismo“, recuerdo que le dije que había habitaciones arriba del bistrot.

Ahí sí se vio más fijeza en su mirada y con su mano derecha acarició ligeramente mi rostro al tiempo que me decía después de pensar un ligero instante: “No es conveniente, quedarías decepcionado y eso a tu edad no es bueno“.

Mis amigos no habían intervenido en absoluto, aunque pienso que sabían de qué hablábamos. No recuerdo qué hacía con ellos cuatro allí, ¡Edif Piaf! No recuerdo el nombre del bistrot a pesar de frecuentarlo muchas veces, ni el autobús que tomaba, ni el nombre del foyer. Sólo recuerdo que me dijo que “no“, que me invadió una gran tristeza, que seguimos hablando, que nos fuimos todos y que aquella noche en lo alto de la litera me costó mucho conciliar el sueño y que, a pesar de seguir de cerca lo poco más que duró su carrera antes de caer enferma de golpe, nunca más volví a verla.
 
Cuando falleció pensé en ver su entierro desde lejos, pero no lo hice, mi ánimo decayó y tomé la decisión de marcharme de París, pero aún no estaba preparado para eso y ni sabía dónde, así que proseguí con lo mío, pero muy mecanizado. Estuve muy deprimido largo, muy largo tiempo.




¿QUÉ TE CONVIENE? 
Guiarte por tu sentir sin pensar tanto en lo que te rodea.

UNA PREGUNTA:
¿Cuándo tienes más aciertos, cuando usas la lógica o cuando usas tu sentir?


  CURIOSIDADES
                 por Kalóniko
                                      DALMÁTICA
Desde épocas muy remotas, el vestuario humano ha tenido sus diferencias para definir qué sexo debe usar tal o cual modelo. Y así, tenemos que los romanos despreciaban la DALMÁTICA, túnica larga con adornos en franjas de lana de color púrpura y mangas excesivas, porque la consideraban "afeminada". Pero, siglos después, ya en la Era Cristiana, los mismos romanos la adoptaron como su vestimenta primordial, dejando para los cónsules y emperadores la voluminosa toga. 


      ESCARBANDO AÚN MÁS, por  Nykur
               EDIF PIAF ME DIJO QUE “NO“

Edif Piaf me dijo que no. Mucho después de aquella negativa, una noche de fin de semana llegué muy tarde al “foyer“ y me dirigí a la cafetería-restaurante, que no era sino un gran salón con grandes mesas rectangulares para comer varios a la vez en ella y una televisión en lo alto de un extremo: había un joven francés únicamente viendo en solitario un programa romántico canadiense de aficionados mientras comía lo último de un bocadillo. Duró todavía como media hora el programa y al terminar se levantó y saliendo me miró y dijo: “¡Tres jolie, c’est tres jolie!“…

Me quedé solo, ya no veía la tele aunque la miraba, pues estaba concentrado en los momentos de tristeza que había vivido conmigo mismo desde la muerte de Edif Piaf. Era muy joven y no aguantaba demasiado todavía, pensaba más que nunca cada vez con mayor intensidad. Jamás fui al cementerio Pere-La Chaise donde se hallaba ella. Terminé por apagar la TV y aquella noche fue cuando tomé la decisión firme y final de irme a Canadá.
 
Cuando estuve listo, fui al Consulado Canadiense y les dije que yo me pagaba mi pasaje si en un máximo de 15 días me daban el visado. El día 13 del plazo que fijé me llamaron por teléfono. Fui el 14 y me dieron un sobre cerrado diciéndome que lo presentara en Montreal en la dirección escrita en él y que diera el sobre que debía mantener cerrado.

Al llegar al “foyer“ puse rápido agua a hervir y con el vapor abrí la carta para ver qué había dentro: ¡Era mi residencia canadiense permanente que aún mantengo de recuerdo, y que usé tantas veces para salir y regresar!

Llegué a Canadá el día 24 de diciembre del 64 en la peor de las noches de invierno en un país de nieve y tormenta sin control. Alquilé una habitación en una casa habitada por una familia rusa y mientras que ellos celebraban la fiesta con cánticos rusos, yo, sentado en mi cama, veía cómo chorreaba la sangre por mi nariz sobre papel de baño en el suelo después de sonarme por el cambio tan brusco de temperatura en Montreal. No recuerdo más de aquella noche.

Poco a poco me fui acostumbrando al país y llegué a quererle, tal vez lo mismo que sucede con las parejas cuando se juntan, sintiendo desde un principio un ligero acercamiento como los cimientos de una casa, hasta que vamos construyéndola poco a poco y luego vivimos en ella con felicidad acumulando de todo, inclusive una mascota.
 
Duré poco en Montreal. Terminé rápido en Toronto donde pasé cinco años y medio, lo justo para tomar la nacionalidad, pero en aquel entonces no se podían tener las dos nacionalidades a la vez. En cierta ocasión mi empresa me mandó a México a instalarles un sistema de software en la filial de la misma empresa y me hicieron en México “una gran oferta que no pude rechazar“, como acostumbran decir por ahí. Fue así como tramité el cambio bajo la autorización de la matriz en Canadá, sin saber en qué agujero negro estaba entrando y todo lo malo que aprendería y que me sucedería, pero no he visto a nadie que tenga “visión futurista“, sino sólo presentimientos.

Y ya le conté de mí demasiado. No acostumbro hacerlo y esto fue muy… personal.


         SUPERTERRESTRE         
            POR UN MUNDO MEJOR …
 
EL SUPERTERRESTRE: no esperes que te repita todo los días lo que te conviene, pues a veces sólo aconseja una vez.
                           Nykur.

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                                   25nov17

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