KALÓNIKO-NYKUR
UN POCO DE TODO
Blog # 189 (desde 18 mar 2014)
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El Bazar de Kalóniko
LO QUE DICEN TUS OJOS (4 de 7)
OJOS SALTONES: necesitan amor y ser amados. Están absorbidos por los sentimientos de
los demás y su deseo es darles a éstos los suyos para que los consuman.
Tienen
avidez por vivir y gozar con los cinco sentidos los placeres terrenales.
Tienen
memoria para las formas, los colores, los olores, pues tocan con los ojos, gozan
con la mirada y lanzan ojeadas contemplativas a todo lo que pueda alimentar su
hambre de sensaciones.
(sigue)
PENSAMIENTOS Y REFLEXIONES
¿Se ha
preguntado alguna vez por qué los países que todo pueden nos mantienen en
guerra constante sin dejarnos que
progresemos ni tampoco destruirnos del todo?
* Puede ser que
hasta de la felicidad se canse uno/a después de un tiempo.
* A menos de que
no te convenga mucho, mejor hazlo ahora mismo, aunque tengas que levantarte.
* Si quieres
sentirte satisfecho/a por todo lo que has hecho y haces en la vida, vas a tener
que poner lo máximo en cada paso y en cada pensamiento.
* La vida es muy corta para todo lo que hay que
aprender, y muy larga para lo mucho que podemos sentir.
MITOS Y
REALIDADES
por Kalóniko
AFRODITA
En la mitología griega,
Afrodita era la diosa del amor y la belleza. Homero, en sus relatos de la Ilíada, la hizo aparecer como la hija de
Zeus y Dione, una de sus consortes. Pero en leyendas posteriores se la describe
brotando de la espuma del mar y su nombre puede traducirse como nacida de la espuma.
En la leyenda homérica,
Afrodita es la mujer de Hefesto, dios del
fuego. Entre sus amantes figura Ares,
dios de la guerra que en la mitología posterior aparece como su
marido. Ella era la rival de Perséfone reina del mundo subterráneo, por
el amor del hermoso joven griego Adonis.
Una de las leyendas más
divulgadas sobre Afrodita está relacionada con la Guerra de Troya: Eris, la diosa de la discordia, la única
diosa no invitada a la boda del rey Peleo
y de la nereida Tetis arrojó
resentida al salón del banquete una manzana de oro destinada "a la más
hermosa". Cuando Zeus se negó a elegir entre Hera, Atenea y Afrodita las tres diosas que aspiraban a la manzana,
ellas pidieron a Paris, príncipe de Troya que diese su fallo. Todas intentaron
sobornarlo, Hera le ofreció ser un poderoso gobernante, Atenea, que alcanzaría
una gran fama militar y Afrodita le prometió que obtendría a la mujer más
hermosa del mundo.
Paris seleccionó a Afrodita
como la más bella y como recompensa eligió a Helena de Troya, la mujer del rey
Menelao. El rapto de Helena por
Paris condujo a la guerra de Troya. Pero esa, es otra leyenda.
ESCARBANDO EN LOS RECUERDOS
por Nykur
EDIF PIAF
En
París trabajaba, estudiaba y vivía en un “foyer“ de jóvenes (albergue). Eran
grandes naves con muchas literas de dos pisos, esas antiguas. Las
nacionalidades estaban separadas por nave. Yo vivía en una nave francesa. El
foyer era dirigido y controlado por un militar de rango medio que había perdido
sus piernas en la guerra del Vietnam por una bomba y se movía en silla de
ruedas, pero tenía un carácter que se imponía con sólo verle.
Por
lo regular yo trabajaba en la noche cambiando el turno siempre con algún casado,
ya que ninguno quería la noche para trabajar y a mí me venía bien pues así en
el día poder estudiar, dormir un poco y luego si tenía tiempo iba al Barrio
Latino donde el ambiente se ponía bueno, siempre y cuando uno no se drogara,
como yo nunca he hecho en cualquier país. Cantábamos bajo los puentes de la
Seine y otras cosas más de jóvenes.
En
la noche o a la caída de la tarde regresaba al foyer para luego volver al
trabajo nocturno que no estaba muy lejos.
Aquella
noche y no sé por qué había quedado con tres amigos en un “bistrot“ (cafetería)
en la que a veces nos reuníamos algunos. Se hallaba casi esquina con la avenida
donde tomaba el autobús que me dejaba a una calle del albergue y no lejos del
aeropuerto Le Bourget.
Cuando
entré en la cafetería vi rápido que sólo había un señor en el fondo tomando
algo en solitario y en la mesa del centro estaban mis tres amigos, un señor y
una mujer menuda vestida de negro de cara a la puerta que rápido reconocí: era
Edif Piaf en sus últimos años de vida. No se veía muy bien.
En
mi adolescencia yo no estaba nada mal, tenía impacto con las muchachas y
mujeres adultas, nunca supe por qué, siempre se fijaban en mí, tal vez porqué
tenía algo que hasta la fecha no he captado. Lo cierto es que nada más entrar,
ver la mesa y dirigirme a ella sin preocuparme de los demás, Edif Piaf se fijó
en mí y hasta sentí que algo revoloteaba por mis adentros al sentir su
cercanía… perdí la noción del resto de las cosas pues siempre fui más que su admirador:
algo me atraía de aquella mujer con un gran carisma por su sencillez y carácter
abierto, parecía vivir en otro mundo, igual que yo, pero nunca se encontraron,
sólo aquella noche.
Me
senté junto a ella, a su derecha y comenzamos rápido a charlar en francés de
cuanto se iba presentando. El señor jamás recuerdo que dijese ni una palabra,
mis amigos se metían en nuestra conversación muy de vez en cuando, pero no les
hacíamos mucho caso. Yo estaba feliz como nunca, deseando que no corriese el
tiempo esa noche. De pronto sentí unos terribles deseos de abrazarla y
apretarla contra mí hasta sentirlo todo, pero no estábamos solos, como yo
hubiese querido.
Y
fue entonces cuando en un arrebato, pero controlado, me acerqué a su oído y le
dije que hiciéramos el amor. Me retiré unos centímetros y miré fijo sus ojos
con inmensa felicidad: ella tenía los suyos clavados en los míos y en su rostro
y labios había una ligera sonrisa de aceptación. Me preguntó “¿cuándo…“ y
contesté que “ahora mismo“, recuerdo que le dije que había habitaciones arriba
del bistrot.
Ahí
sí se vio más fijeza en su mirada y con su mano derecha acarició ligeramente mi
rostro al tiempo que me decía después de pensar un ligero instante: “No es
conveniente, quedarías decepcionado y eso a tu edad no es bueno“.
Mis
amigos no habían intervenido en absoluto, aunque pienso que sabían de qué
hablábamos. No recuerdo qué hacía con ellos cuatro allí, ¡Edif Piaf! No
recuerdo el nombre del bistrot a pesar de frecuentarlo muchas veces, ni el
autobús que tomaba, ni el nombre del foyer. Sólo recuerdo que me dijo que “no“,
que me invadió una gran tristeza, que seguimos hablando, que nos fuimos todos y
que aquella noche en lo alto de la litera me costó mucho conciliar el sueño y
que, a pesar de seguir de cerca lo poco más que duró su carrera antes de caer
enferma de golpe, nunca más volví a verla.
Cuando
falleció pensé en ver su entierro desde lejos, pero no lo hice, mi ánimo decayó
y tomé la decisión de marcharme de París, pero aún no estaba preparado para eso
y ni sabía dónde, así que proseguí con lo mío, pero muy mecanizado. Estuve muy
deprimido largo, muy largo tiempo.
¿QUÉ TE
CONVIENE?
Guiarte por tu sentir sin
pensar tanto en lo que te rodea.
UNA PREGUNTA:
¿Cuándo tienes más aciertos,
cuando usas la lógica o cuando usas tu sentir?
CURIOSIDADES
por Kalóniko
DALMÁTICA
Desde épocas muy remotas, el vestuario humano ha tenido sus diferencias
para definir qué sexo debe usar tal o cual modelo. Y así, tenemos que los
romanos despreciaban la DALMÁTICA, túnica larga con adornos en franjas de lana
de color púrpura y mangas excesivas, porque la consideraban
"afeminada". Pero, siglos después, ya en la Era Cristiana, los mismos
romanos la adoptaron como su vestimenta primordial, dejando para los cónsules y
emperadores la voluminosa toga.
ESCARBANDO
AÚN MÁS, por Nykur
EDIF PIAF ME DIJO QUE “NO“
Edif
Piaf me dijo que no. Mucho después de aquella negativa, una noche de fin de
semana llegué muy tarde al “foyer“ y me dirigí a la cafetería-restaurante, que
no era sino un gran salón con grandes mesas rectangulares para comer varios a
la vez en ella y una televisión en lo alto de un extremo: había un joven
francés únicamente viendo en solitario un programa romántico canadiense de
aficionados mientras comía lo último de un bocadillo. Duró todavía como media
hora el programa y al terminar se levantó y saliendo me miró y dijo: “¡Tres
jolie, c’est tres jolie!“…
Me
quedé solo, ya no veía la tele aunque la miraba, pues estaba concentrado en los
momentos de tristeza que había vivido conmigo mismo desde la muerte de Edif
Piaf. Era muy joven y no aguantaba demasiado todavía, pensaba más que nunca
cada vez con mayor intensidad. Jamás fui al cementerio Pere-La Chaise donde se
hallaba ella. Terminé por apagar la TV y aquella noche fue cuando tomé la
decisión firme y final de irme a Canadá.
Cuando
estuve listo, fui al Consulado Canadiense y les dije que yo me pagaba mi pasaje
si en un máximo de 15 días me daban el visado. El día 13 del plazo que fijé me
llamaron por teléfono. Fui el 14 y me dieron un sobre cerrado diciéndome que lo
presentara en Montreal en la dirección escrita en él y que diera el sobre que
debía mantener cerrado.
Al
llegar al “foyer“ puse rápido agua a hervir y con el vapor abrí la carta para
ver qué había dentro: ¡Era mi residencia canadiense permanente que aún mantengo
de recuerdo, y que usé tantas veces para salir y regresar!
Llegué
a Canadá el día 24 de diciembre del 64 en la peor de las noches de invierno en
un país de nieve y tormenta sin control. Alquilé una habitación en una casa
habitada por una familia rusa y mientras que ellos celebraban la fiesta con cánticos
rusos, yo, sentado en mi cama, veía cómo chorreaba la sangre por mi nariz sobre
papel de baño en el suelo después de sonarme por el cambio tan brusco de
temperatura en Montreal. No recuerdo más de aquella noche.
Poco
a poco me fui acostumbrando al país y llegué a quererle, tal vez lo mismo que
sucede con las parejas cuando se juntan, sintiendo desde un principio un ligero
acercamiento como los cimientos de una casa, hasta que vamos construyéndola
poco a poco y luego vivimos en ella con felicidad acumulando de todo, inclusive
una mascota.
Duré
poco en Montreal. Terminé rápido en Toronto donde pasé cinco años y medio, lo
justo para tomar la nacionalidad, pero en aquel entonces no se podían tener las
dos nacionalidades a la vez. En cierta ocasión mi empresa me mandó a México a
instalarles un sistema de software en la filial de la misma empresa y me
hicieron en México “una gran oferta que no pude rechazar“, como acostumbran
decir por ahí. Fue así como tramité el cambio bajo la autorización de la matriz
en Canadá, sin saber en qué agujero negro estaba entrando y todo lo malo que
aprendería y que me sucedería, pero no he visto a nadie que tenga “visión
futurista“, sino sólo presentimientos.
Y
ya le conté de mí demasiado. No acostumbro hacerlo y esto fue muy… personal.
SUPERTERRESTRE
POR UN MUNDO MEJOR …
EL
SUPERTERRESTRE: no esperes que te repita todo los días lo que te conviene, pues a veces
sólo aconseja una vez.
Nykur.
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